miércoles, 29 de septiembre de 2010

Cuando parece que ya nada va a andar mal...

Se que es historia vieja, «una de cal y una de arena».
Ayer, en el departamento de Física, un profesor nos preguntó que tal nos iba y alguien le respondió, como es costumbre "muy bien". La respuesta inmediata del profesor fue "espere tranquilo que ya todo va a empeorar" (pongan el énfasis de la lectura en el «todo», la primera «o», larga. La segunda «o», cerrada).
He tenido etapas en las que todo me va mal, y etapas en lo que todo parece que va bien. Sin embargo nunca había experimentado esto de que me pase todos los días una cosa buena y una mala. Entonces, hoy me detengo a pensar, a principios de año tenía tres objetivos claros. Recapitulando al día de hoy, algunas veces los objetivos se vinieron abajo por causas externas, otras los mismos objetivos se me vinieron en contra. Otras veces, incluso, yo mismo saboteé la ejecución de los medios que llevaban a la concreción segura de esos objetivos. Admito que me pasaron muchas cosas buenas; vamos --dicen los españoles-- que no estoy tan mal como el año pasado, que si no fuera por esas pequeñeces ya no podría estar escribiendo. Como esperaba, resetear algunas cosas me hizo bastante bien, pero recuerdo ahora mismo que a mis espaldas en la pared tengo un cartelito que reza "PATIENTIA PRIMA VIRTUS EST" y me pregunto ¿A qué esperar? ¿Cuánto más? Y... ¿Por qué, mientras tanto, tengo tanta mala suerte?